Ardua veritatem: sobre el origen del lema institucional de la Universidad Nacional del Sur°+
Gabriela Andrea Marrón*
Cuadernos del Sur - Letras 53 (2023), 102-124, E-ISSN 2362-2970
El lema institucional de la Universidad Nacional del Sur, tal como consta en su escudo oficial desde el año 1965, es Ardua veritatem. El propósito de este trabajo consiste en explorar su significado, a partir del estudio de los otros cuatro lemas alternativos propuestos. Demostraremos la relevancia de un libro de Jacopo Gelli para identificar el origen de los cuatro lemas descartados y propondremos una hipótesis respecto a las razones que pudieron llevar al profesor Antonio Camarero a sustituir el término virtus por veritas al acuñar el lema finalmente adoptado por la institución.
Palabras clave
Lucrecio
Silio Itálico
lema
Fecha de recepción
29 de junio de 2023
Aceptado para su publicación
21 de septiembre de 2023
° https://doi.org/10.52292/csl5320234525
+ Versiones previas de este trabajo —desarrollado en el marco de proyectos de investigación financiados por la SGCyT de la UNS (PGI 24/I 271 y 24/Z 157) y por la SGCyT de la UNNE (PI 21H005)— fueron presentadas en el XXVI Simposio Nacional de Estudios Clásicos de la AADEC (2021) y en las IX Jornadas de Investigación en Humanidades de la UNS (2022).
* Universidad Nacional del Sur - CONICET. ORCID: https://orcid.org/0000-0002-2783-2128. Correo electrónico: marron.gabriela@gmail.com.
Resumen
The institutional motto of Universidad Nacional del Sur, as stated on its official shield since 1965, is Ardua veritatem. The aim of this paper is to explore its meaning, through the study of the other four alternative mottos proposed. We will demonstrate the relevance of a book by Jacopo Gelli to identify the origin of the four discarded mottos and we will propose a hypothesis about the reasons which moved professor Antonio Camarero to replace the term virtus with veritas when coining the motto finally adopted by this institution.
Keywords
Lucretius
Silius Italicus
motto
Abstract
102-124
Vr
En junio de 1965, el Consejo Superior de la Universidad Nacional del Sur designó una comisión —integrada por los profesores Héctor Eduardo Ciocchini, Antonio Camarero Benito, Francisco Ernesto Maffei, Elva Pino de Arata y Nicolás Matijevic— para que se ocupara de la consideración del lema destinado al escudo institucional, recientemente aprobado en la sesión del viernes 7 de mayo1. Cinco personas conformaban la comisión, y cinco fueron también los lemas recomendados, según consta en el acta suscripta el lunes 5 de julio2:
Luego de un intercambio de opiniones la Comisión aconseja la adopción de uno de los siguientes lemas: hac monstrante viam (Ella mostrará el camino); lux indeficiens (Luz perenne); hac stella duce (Con esta estrella guía); lux vitam (Su luz da vida); ardua veritatem (Esfuerzo produce verdad).
Dos semanas después, en la sesión plenaria del lunes 19 de julio, el Consejo Superior resolvió, por unanimidad, adoptar como lema institucional para su escudo el último de esos cinco: ardua veritatem3. Es probable que, durante los años siguientes, los cuatro lemas restantes hayan permanecido en la oscuridad del archivado expediente, sin que nadie volviera a recordarlos hasta el último domingo de marzo de 1991, cuando Orlando Tedesco, por aquel entonces titular de nuestra Dirección de Prensa y Ceremonial, se refirió brevemente a ellos en una nota periodística publicada en el diario local4. Cumplido el trigésimo quinto aniversario de la fundación de la UNS, acaso fuera esa la primera vez que las otras opciones propuestas por la comisión para el lema del escudo tomaban estado público más allá del ámbito institucional. Sea como fuere, esa nota representaría para mí, años después, tanto el contacto inicial con los cuatro lemas restantes como el motivo de mi primera pregunta sobre ellos. Allí, entre paréntesis, al sintagma lux vitam se lo traducía como “Su luz de vida”. Claramente se trataba de una errata, con dos posibles soluciones alternativas: o bien la m final del segundo término latino tenía que ser una e (formando el genitivo vitae en lugar del acusativo vitam), o bien la e de la tercera palabra castellana tenía que ser una a (configurando la forma verbal “da” en lugar de la preposición “de”). Tras acceder luego al acta original y consultarla5, pude verificar que el error estaba en la traducción y que el lema correcto era lux vitam; pero eso suscitó otras preguntas: ¿Qué quería decir “su luz da vida”? ¿Qué luz era esa? ¿Era la luz de un astro? ¿Era una luz divina? ¿Era la luz del conocimiento? Y acaso lo más importante, ¿qué características tenía la vida dada por esa luz? Como inferí que toda respuesta debía relacionarse también con el sentido de los otros lemas, me propuse identificar en qué contexto había aparecido originalmente cada uno. Lo que expondré a continuación, siguiendo el orden de aquellos en el acta, es una síntesis de los resultados obtenidos a partir de ese preliminar relevamiento de fuentes. Luego, me referiré a un libro clave para entender esta historia. Y, por último, intentaré explicar las resonancias simbólicas del sintagma acuñado por Antonio Camarero y adoptado por la UNS como lema en su escudo: ardua veritatem.
Hac Monstrante Viam (Ella mostrará el camino)
El sintagma monstrante viam aparece por primera vez en la Eneida, pero allí Venus sustituye al pronombre demostrativo. La referencia corresponde al pasaje en que la diosa se presenta ante Eneas, bajo la apariencia de una joven cazadora, y le brinda información acerca del territorio cartaginés donde se encuentra; en ese contexto, ante la pregunta de su madre sobre el origen y el destino de su viaje, Eneas responde:
Oh diosa, si te contase la historia de nuestros sufrimientos desde los primeros orígenes y tuvieses tiempo para escucharla, Véspero después de cerrar las puertas del Olimpo, pondrá fin al día. Desde la antigua Troya (si por casualidad ha llegado a vuestros oídos el nombre de Troya) a nosotros arrastrados a través de diversos mares una tempestad por azar nos empujó a las costas de Libia. Soy el piadoso Eneas, que llevo conmigo en mis naves los penates arrebatados al enemigo, conocido por la fama por encima del éter. Busco Italia, mi patria, y a la descendencia del excelso Júpiter. Siguiendo los hados que se me habían encomendado, recorrí con veinte naves la llanura del mar frigio, cuando la diosa que es mi madre me mostró el camino (matre dea monstrante viam); apenas sobreviven siete sacudidas por las olas y el Euro. Yo mismo, desconocido sin recursos recorro los desiertos de Libia expulsado de Europa y de Asia (Virgilio, Eneida I 372-387, trad. de Estefanía, ٢٠٢٣: ٧٨).
Venus, a quien el héroe confunde con Diana, se presenta en este pasaje bajo tres aspectos: como interlocutora de su hijo, como referente del lucero vespertino mencionado al comienzo, y como la diosa madre que guía la navegación. En el lema propuesto para el escudo, el pronombre hac replica y proyecta esa ambigüedad, probablemente también relacionada con el elogio de Lucrecio a Epicuro, en el pasaje donde la verdad de sus palabras es la que muestra el camino:
Así, pues, con sus palabras de verdad (veridicis dictis) limpió los corazones, fijó un término a la ambición y al temor, expuso en qué consiste el sumo bien al que todos tendemos y nos mostró el camino (viam monstravit), el atajo más breve y directo que nos puede conducir a él (Lucrecio, De la naturaleza VI 24-28, trad. de Valentí, 1997: 135)6.
LUX INDEFICIENS (Luz perenne)
El adjetivo indeficiens, del que no hallamos rastros durante el período clásico7, tiene sus primeros dos registros en la prosa del apologista Tertuliano, que lo utiliza ambas veces para referirse a Cristo, mientras interpreta un pasaje del libro de Daniel8: “Ciertamente, entonces, habrá de tener un honroso aspecto y un esplendor que no cese (decorem indeficientem)”9. Un sintagma similar al del lema propuesto aparece, a su vez, en las primeras traducciones latinas del Eclesiástico, uno de los libros deuterocanónicos de la Septuaginta, conocido también como libro del Sirácida. Allí, la Sabiduría afirma: “Yo hice que apareciera en los cielos la luz que no cesa (lumen indeficiens) y cubrí, como niebla, toda la tierra”10. Agustín de Hipona también cita el sintagma lumen indeficiens, en un pasaje que incluye la palabra lux:
En nosotros, por tanto, se distingue el tiempo en el que hemos sido tinieblas y en el que se nos ha hecho luz (lux). De dicha creación, en cambio, se ha dicho qué hubiera sido de no haber sido iluminada (nisi illuminaretur). Y así quedó dicho, como si anteriormente hubiese sido inestable y tenebrosa, para que apareciese la causa por la que se hizo que fuera diferente (aliter), esto es, para que fuese luz (lux) una vez vuelta al lucero incombustible (ad lumen indeficiens conversa) (Agustín de Hipona, Confesiones XIII 10, trad. de Encuentra Ortega, 2010: 640).
En tal sentido, creo que al proponer como traducción de indeficiens el adjetivo “perenne”, quienes integraban la comisión podrían haber indicado, además, la relación entre la luz del lema propuesto y el resplandor de cierto árbol virgiliano, del que se puede cortar una rama dorada, sin que nunca falte otra (non deficit alter), de similar fronda metálica en el áureo tallo (aureus et simili frondescit virga metallo)11. Si esa luz no cesa ni se agota, como el rayo de Miguel Hernández, ha de ser tan perenne como la fronda de la corona (perenni fronde coronam) que trajo Ennio del monte Helicón12, y tan dorada como el sol (sol aureus) que hunde bajo tierra al invierno y despeja el cielo con su luz estival (aestiva luce)13. Más adelante me referiré a un libro que resultará útil para situar mejor este resplandor, sobre el que también cantó Catulo: “Los soles, que pueden, se apagan y encienden. Nuestra luz es breve, tiene un solo ocaso, dura un sueño eterno nuestra noche, en cambio”14.
HAC STELLA DUCE (Con esta estrella guía)
Según la traducción que hizo Cicerón de los Fenómenos de Arato, este sintagma podría aludir a la estrella más brillante de la constelación de la Osa Menor, normalmente conocida como Estrella Polar o Estrella del Norte:
Bajo esta guía nocturna (hac duce nocturna) [Cinosura u Osa Menor] se confían los fenicios mar adentro, pero aquella primera [Hélice u Osa Mayor] refulge más, tachonada de estrellas (distincta stellis), y se ve de inmediato a lo lejos cuando la noche comienza15.
No obstante, lo hallamos también en el segundo canto de la Eneida, cuando el héroe describe la señal enviada por Júpiter, luego de que se encendiera una llama sobre la cabeza de Ascanio y Anquises elevara una plegaria solicitando la confirmación del presagio:
Súbitamente a nuestra izquierda se escuchó el fragor de un trueno y, descendiendo del cielo a través de las sombras, una estrella corrió presurosa describiendo un gran fulgor (stella facem ducens multa cum luce). Vimos que deslizándose por encima del elevado tejado de la mansión, se ocultaba brillante (claram) en los bosques del Ida y nos señalaba el camino (signantemque vias) (Virgilio, Eneida II 692-697, trad. de Estefanía, 2023: 124).
El sintagma que describe al cometa en este pasaje de la Eneida fue asimilado luego por los autores cristianos con la estrella que guio a los Reyes Magos hasta el Portal de Belén; tal como se observa en el Centón de Proba16 y en un poema de Paulino de Nola: “como cuando al Niño contemplaron con adoración los Magos, que llevaban místicos regalos con la guía de una estrella (stella duce)”17. En nuestro hemisferio sur, la estrella polar es la Sigma Octantis, pero como apenas resulta visible, para localizar el polo celeste austral se utiliza como referencia la Cruz del Sur. Y esa es, precisamente, la constelación que ocupa la parte superior del escudo de la UNS, cuyo diseño la comisión conocía y al que, como veremos luego, incluso sugirió realizarle algunas modificaciones.
LUX VITAM (Su luz da vida)
Este lema parece remontarse al libro de los Proverbios de la Septuaginta y, a través de la traducción griega, al texto hebreo de la versión original: “Si el rostro del rey se ilumina, hay vida; su favor es como nube de lluvia tardía”18. Tal como propone la versión latina consignada en la Biblia Vulgata, es probable que esta luz remita, metafóricamente, a la claridad de una sonrisa (in hilaritate vultus regis vita)19. En el Antiguo Oriente Próximo, la imagen era recurrente, sobre todo para referirse al semblante favorable y resplandeciente de las deidades. Los salmistas bíblicos, por ejemplo, suelen implorarle a Dios que les permita ver la luz de su rostro para así obtener gloria, paz y prosperidad. Esta imagen del rey parece, entonces, íntimamente relacionada con la divinidad. Como explica Suzanna Millar (2020: 177-179) la claridad aquiescente de la mirada divina es fuente de vida y contrasta con la muerte mencionada en el versículo bíblico anterior: “El furor del rey es mensajero de muerte; pero el hombre sabio lo apacigua”20. La tardía nube de lluvia se relaciona, a su vez, con las dos principales estaciones del año en Caná: el verano, caluroso y seco, y el invierno, húmedo y fresco. La estación húmeda comienza con las lluvias otoñales de octubre y concluye con las primaverales de abril y mayo. Las nubes de lluvia resultan vitales para la vida agrícola, son la esperanza que prepara el suelo para la siguiente siembra y permiten cosechar los granos germinados durante el invierno; por eso, en el libro de Job leemos: “Me esperaban lo mismo que a la lluvia, abrían su boca como a lluvia tardía. Si yo les sonreía no querían creerlo, y a la luz de mi rostro no dejaban perderse”21. Recordemos, por último, cómo resurge también, en el Cantar de los cantares, el luminoso rostro de la mujer amada: “¡Levántate, amada mía, hermosa mía, y vente! Paloma mía, en las grietas de la roca, en escarpados escondrijos, muéstrame tu semblante, déjame oír tu voz; porque tu voz es dulce y gracioso tu semblante”22.
ARDUA VERITATEM (El esfuerzo produce verdad)
A diferencia de los otros cuatro lemas, a los que incluso es posible adjudicarles preliminarmente alguna fuente concreta, la acuñación del cuarto corresponde a Antonio Camarero. Sus antiguos estudiantes de Cultura Clásica recuerdan que las dos posibles traducciones propuestas por él eran: “a través de lo difícil se llega a la verdad”, y “encontrar la verdad no es cosa fácil”; aunque según refiere Ubaldo Pérez Paoli (2002: 11), cuando alguien insistía demasiado en saber qué relación sintáctica había entre los dos términos, Camarero solía desentenderse y responder: “¡Ponle las preposiciones que quieras!”. Durante años, el origen del lema permaneció tan oscuro como su sintaxis, pero el proyecto de investigación titulado “Recuperación y análisis del fondo bibliográfico antiguo de la Biblioteca del Departamento de Humanidades ‘Arturo Marasso’ como revalorización del patrimonio cultural de la UNS” generó las condiciones de posibilidad para iluminar el misterio.
Como señalé al comienzo, el relevamiento de fuentes presentado hasta aquí formó parte solo de la primera instancia de la investigación, porque en realidad ninguno de los cinco lemas propuestos constituía literalmente la cita completa de un texto latino puntual: todos ellos parecían haber sido acuñados previamente y no hallarse motivados por el casual requerimiento del Consejo Superior de la UNS. Decidí trabajar, entonces, a partir de la hipótesis de que los miembros de la comisión tal vez habían consultado algunos de los libros disponibles en la universidad para seleccionar las opciones sugeridas. Gracias al cuidadoso relevamiento del material bibliográfico sobre lemas, emblemas y heráldica con el que contaba nuestra biblioteca en 1965, realizado por Marcela Esnaola y Alejandra Ortuño, pude acotar el universo de libros posibles. Luego, el azar contribuyó a que hallara uno donde, además de los cuatro primeros lemas propuestos, también estaba el sintagma que pudo haber inspirado a Antonio Camarero para acuñar el quinto: ardua virtutem.
Figura 1. Hac monstrante viam
Fuente: Gelli (1926: 303)
Me refiero al libro titulado Divise - Motti Imprese di Famiglie e Personaggi Italiani, con trecentosessanta figure riprodotte de stampe originali, que fue publicado en Milán, en 1926, por el escritor y coronel italiano Jacopo Gelli. Como el nombre de la obra indica, consiste en una compilación de divisas y lemas pertenecientes a familias y personalidades italianas, que incluye reproducciones de emblemas. Entre esas estampas originales, la siguiente corresponde, junto con el texto transcripto debajo, al primero de los lemas propuestos para el escudo de la UNS:
808. hac monstrante viam. Con questa, che mostra la via. L’impresa, animata da questo motto, della stella di Venere, o Diana (detta anche Lucifero o Fosforo, che al mattino vedessi al far del giorno precedere il sole) col Sole nascente sulla campagna montuosa ed alberata, appartiene a Ferrante Francesco marchese di Pescara (D’Avalos). Con essa l’autore volle dimostrare essere i suoi pensieri e i suoi desideri rivolti all’Oriente, del quale Diana mostravagli la via, per combattere, come già aveva fatto suo padre Generale della fanteria nella spedizione di Tunisi, gli infedeli ad onore e gloria di Dio e del Re Cattolico, suo Signore, rappresentato nell’impresa dal Sole. Più tardi i Borselli usarono a divisa il moto:
809. hac stella duce. Sotto la guida di questa stella; con riferimento alla stella che accompagna in capo la borsa d’oro dell’arma loro (Gelli, 1926: 303-304)23.
Como es posible observar, el texto que acompaña a esta primera imagen explica también el origen del tercer lema, relacionado con el escudo de armas de la familia Borselli; más allá de las precisiones relativas a la vida del Marqués de Pescara, lo importante es que la información del libro se condice con lo relevado en las fuentes. Sumamente interesante resulta, a su vez, el texto que acompaña la segunda imagen, correspondiente al lema lux vitam y relacionada con un avestruz que empolla los huevos con el calor de su mirada; sobre todo, porque pese a que ese gorrión grande como un camello (struthio camelus, στρουθός κάμηλος) no parece directamente relacionado con el sabio capaz de aplacar la ira del poderoso, sí nos remite a la asociación entre la sonrisa y la calidez de un rostro benevolente:
Figura 2. Lux vitam
Fuente: Gelli (1926: 390)
1022. lux vitam. La luce [dà] la vita. Per indicare un amore sviscerato, diciamo, covar con gli occhi la persona amata. Chi ode, ride; e ride, perché non tutti ricordano essere opinione diffusa che lo struzzo non covi le proprie uova con il calore del corpo; ma fissandole lungamente, infonde loro la virtù generativa. Forse per questo, solo fra i pennuti, lo struzzo ha doppie palpebre. Avvalendosi di codesta peculiare virtù dello struzzo, Bartolomeo Alessio, sommo teologo del xvii secolo, fece la sua impresa con codesto uccello in atto di covare con gli occhi, fissando con lo sguardo le proprie uova, per inferire che lo sguardo amoroso della sua donna dava a lui nutrimento e vita. L’impresa era animata dal motto riferito (la luce [lo sguardo] dà la vita), sebbene in origine l’impresa portasse:
1023. sic mea me lux. Così la mia luce me [raviva] (Gelli, 1926: 389-390)24.
La segunda curiosidad reside en que, si nos alejamos de la astronomía europea y nos acercamos a las mitologías que relevaron los jesuitas acerca de las constelaciones australes elaboradas por los pueblos originarios de nuestro continente, el ave de este emblema también parece dejar su huella en el escudo de la UNS. Dice el sacerdote José Guevara en su Historia de la conquista del Paraguay, Río de la Plata y Tucumán:
[Los mocovíes] al crucero llaman Amnic, que quiere decir avestruz. A las estrellas que le circundan, Ipiogo, que significa perros. El misterio es, (sic) que estos perros siguen al avestruz para cazarle, y como este corre y corre mucho, aunque los perros le siguen no le alcanzan (Guevara, 1882: 52)25.
En 1927, varios años antes de que la UNS existiese e incorporase la Cruz del Sur en su escudo, Roberto Lehmann-Nitsche había publicado, en la Revista del Museo de La Plata, un artículo que resumía y rectificaba varios relatos registrados por los jesuitas sobre esa constelación; allí, señalaba:
No creemos (...) que el ave pueda ser delineada simplemente por las cuatro estrellas clásicas de la Cruz, pues ellas no dan su contorno ni su eje; lo que marcan para el concepto de muchos aborígenes sudamericanos, desde la Patagonia hasta el norte del Brasil, es generalmente el pie o la pisada (hay las dos variantes) de un avestruz (α Crucis representa el talón; α-β, α-γ, α-δ los tres dedos) (Lehmann-Nitsche, 1927: 155)26.
Figura 3. Cruz del Sur
Fuente: Elaboración propia
Respecto al segundo lema, lux indeficiens, explica Jacopo Gelli que correspondió a la Academia degli Illustrati de Casale Monferrato. En el emblema que lo incluía, cuya imagen no consta en el libro y no hemos hallado en otras reproducciones, aparece la misma idea cíclica de sucesión solar que habíamos identificado en las posibles fuentes del sintagma, pero ahora interpretada como expresión del infatigable amor de los académicos por el estudio. Todo parece indicar, además, que la traducción propuesta por la comisión para el lema (“luz perenne”) parte de la traducción italiana del libro:
1020. lux indeficiens. Luce perenne; fu il breve posto ad anima dell’impresa accademica degli Illustrati di Casale Monferrato (xvi sec.), del sole che sorge all’orizzonte e la luna all’opposto che si nasconde; per inferire che l’attività del loro ingegno si manifestava in guise diverse tanto di giorno, quanto di notte, perchè indefesso negli accademici era l’amore dello studio (Gelli, 1926: 389)27.
Para finalizar el recorrido propuesto, me ocuparé ahora de la posible relación existente entre el lema acuñado por Antonio Camarero (ardua veritatem) y el sintagma que acompaña a este otro emblema reproducido en el mismo libro: ardua virtutem:
Figura 4. Ardua virtutem
Fuente: Gelli (1926: 99)
248. ardua virtutem. Le cose difficili [dànno] la virtù. L’uomo per sua natura è propenso più al male che al bene. Molti pensano il contrario, e di codesta differenza di giudizio si valse Eustachio Simoni (sec. xviii) per formare la sua impresa accademica. Ritenuto, però, che il raggiungimento del bene non si possa ottenere che per la via penosa della virtù, raffigurò una montagna con due cime (l’Olimpo), sulle quali fiorivano la palma e il lauro, due piante simboleggianti il premio alla virtù intellettuale e a quella morale. La via che conduce alla sommità però, è aspra, forte e dura, come quella che porta alla gloria ed alla immortalità dell’anima. Ma prima del Simoni, si ebbe codesta impresa il papa Innocenzo viii (m. 1492), dei Cybo di Massa, nemico delle streghe e fautore della congiura del Baroni napoletani. Anche Pietro Faglierò, contemporaneo di Innocenzo VIII, usò la stessa anima per la sua impresa col monte e due rami, uno si palma e l’altro di lauro, ispirandosi a Silio Italico:
249. ardua virtutem profert via, ascendite primi, etc. Un scabroso sentiero offre la virtù; salite per i primi, ecc., dacché: “Rade volte addiviene, ch’a l’alte Imprese / Fortuna ingiuriosa non contrasti” (Ruscelli, Embl. pag. 471) (Gelli, 1926: 98-99)28.
ARDUA VIRTUTEM (¿El esfuerzo produce virtud?)
Lo primero que se observa es la proximidad, incluso fónica, entre los términos veritatem y virtutem que completan ambas variantes del sintagma; lo segundo es que las versiones orales de las traducciones con las que Camarero explicaba el lema ardua veritatem (“a través de lo difícil se llega a la verdad” y “encontrar la verdad no es cosa fácil”) parecen bastante más próximas a la traducción italiana propuesta en el libro de emblemas para ardua virtutem (“Le cose difficili [dànno] la virtù”) que a la consignada junto al lema en el acta de la comisión (“Esfuerzo produce verdad”). El tercer dato interesante que aporta Jacopo Gelli es que el sintagma ardua virtutem procede del siguiente pasaje de las Guerras Púnicas de Silio Itálico:
Pero ustedes, jóvenes cuyo consciente valor (conscia virtus) se resiste a caer en cautiverio, tomen esa poderosa arma contra los males, que es la áspera muerte (aspera mors), y aparten con sus propias manos a sus madres de la servidumbre. Ardua es la vía que revela el valor (ardua virtutem profert via). Sean los primeros en alcanzar esa gloria (laudem), que para ningún pueblo es trillada, ni fácil29.
Estas palabras forman parte de un parlamento de la furia Tisífone, a quien la diosa Juno había enviado a Sagunto para sembrar la discordia entre los ciudadanos sitiados por Aníbal. Tras adoptar la apariencia de una noble viuda llamada Tiburna, la Furia narra que el espectro de su esposo se le apareció en sueños para instarla a abandonar el sufrimiento y entregarse a la muerte si Aníbal tomaba la ciudad. Tisífone pretende que los jóvenes maten a sus madres y luego se suiciden, por eso exalta la fortaleza espiritual (virtus) que requeriría emprender la ardua via de acción propuesta. Pero más allá del contexto original del lema ardua virtutem, lo interesante es que el sintagma acuñado por Camarero no nos presenta como destino la virtus, sino la veritas: hay un camino escarpado y es el de la difícil senda que ofrece revelarnos lo verdadero (vera). Al intervenir en la formulación original del lema, Camarero parece haber retornado a la fuente de Silio Itálico, es decir, a un pasaje donde Lucrecio polemiza con los filósofos que consideran al fuego como el origen de todo: “Pero como notan muchas contradicciones en sus Musas y rehúyen admitir que exista en las cosas el puro vacío: mientras del camino temen lo arduo, renuncian a lo verdadero” (ardua dum metuunt, amittunt vera viai)30.
Tanto las resonancias del lema acuñado por Camarero, como las de los otros cuatro giran siempre en torno a la imagen pitagórica del bivium, esa encrucijada de senderos que se bifurcan, ante la que todo ser humano debe decidir, como Heracles31, el rumbo a seguir. En tal sentido, los lemas propuestos se relacionan con las dos modificaciones que, según consta en el acta, la comisión propuso realizar en el escudo (Exp. R-206/62, f. 26):
Si bien esta Comisión Especial fue convocada para la consideración32 solamente del lema par[a] el escudo de la UNS ya aprobado por el Consejo Universitario, se permite aconsejar las siguientes modificaciones de la figura del escudo aprobado, con las leyendas que se detallan a continuación:
1º) Con modificación de la figura: [e]n33 lugar del libro y pluma[,]34 la representación del viento austral ([N]ot[o])35 con la leyenda: aspirantibus austris.
2º) Con modificación de la figura: en vez del libro y pluma, [Y]36 pitagórica con la leyenda: hac monstrante viam.
Tal vez las erratas del acta (subsanadas en mi transcripción) hayan impedido que el Consejo Universitario comprendiera las propuestas y propiciado que les diera la espalda. Como en lugar del nombre del viento austral (“Noto”) se colocó entre paréntesis la palabra “nota”, y como la “Y” mayúscula anterior al determinante (“pitagórica”) fue sustituida por una coma, era bastante complejo que un lector sin experticia ecdótica pudiera vislumbrar la imagen de ambas propuestas; a saber, las siguientes:
Figura 5. Variantes del escudo de la UNS
Fuente: Elaboración propia
Nótese, por último, que en el libro de Jacopo Gelli consta también el siguiente emblema, correspondiente al sintagma aspirantibvs avstris, con el que la comisión proponía acompañar la representación del viento sur en el escudo:
Figura 6. Aspirantibus austris
Fuente: Gelli (1926: 104)
261. aspirantibus austris. Spirando i venti [australi]; è l’anima di una impresa, nella quale è raffigurata la nave Argo, guidata da Giasone, con le vele tese dal vento alla conquista del vello d’oro, il quale si vede nell’impresa pendere legato da un albero, ergenti sulla costa lontana. Il significato, però, che il conde Leonardo Valmanara veneto (mecenate insigne di artisti e letterati sullo scorcio del sec. xviii), volle dare a questa impresa, che fu sua, sebbene da altri prima di lui usata, fu diverso da quello della favola. Egli volle riferirsi all’antica servitù sua verso il Re Cattolico, dal quale ottenne conferma, dopo la morte del fratello, dei privilegi di quello; e alla opportunità dell’Accademia Olimpica di Vicenza, a cui era ascritto, e nella quale, volendo procedere con i colleghi nelle azioni virtuose, raffigurate dal vello d’oro, si elesse la nave d’Argo, per significare la vita umana nel mare magno di questo mondo, rico di avversità e di scogli invidiosi e di... Sirene, capaci di far perdere la bussola anche ai Giasoni italiani. Il motto poi dovrebbe dimostrar pure che, la servitù fedele al Re Cattolico fu rimunerata col favore del Principe, al quale allude particolarmente (con giuoco di parola) l’austris (Austria), poichè per andare a vela nella terra di Colco, occorre il vento meridionale, cioè d’austro (Gelli, 1926: 103-104)37.
Durante el desarrollo de este trabajo compartimos información acerca del origen de los distintos lemas considerados para el escudo de la Universidad Nacional del Sur en el año 1965, demostramos que la comisión designada para sugerirlos pudo haberlos seleccionado a partir del libro de emblemas de Jacopo Gelli que se encontraba en la Biblioteca del Departamento de Humanidades, y también intentamos recorrer, en sentido inverso, el sendero propuesto por Antonio Camarero al acuñar el actual lema institucional de la UNS. La última parte del recorrido nos permitió remontarnos desde ese antiguo libro de emblemas hasta las Guerras Púnicas de Silio Itálico y enderezar luego el rumbo hacia el poema de Lucrecio. Durante el viaje, vimos perros persiguiendo gorriones grandes como camellos, surcamos la bóveda celeste buscando estrellas, cortamos la áurea rama de un árbol y observamos crecer en otro el vellocino de oro.
Sin la consulta de ese libro, que durante tantos años había estado descansando bajo llave en la Biblioteca de Humanidades, hubiera sido prácticamente imposible reconstruir el origen de los distintos lemas propuestos para el escudo de la UNS y, sin duda, a la vez muy difícil llegar a entender la relación entre el lema acuñado por Camarero y los distintos caminos, bifurcaciones, guías y escollos que lo enlazan con los otros cuatro. La fuente de luz que nos nutre, ese destello perenne que nos orienta como la estrella al navegante es nuestra universidad austral, la que tiene el deber de mostrarnos el mejor camino, aunque sea el más difícil, y de brindarnos herramientas para alcanzar con infatigable esfuerzo esas verdades que —en términos de Lucrecio— suponen también las revelaciones del conocimiento científico. En tal sentido, el lema inscripto en el libro abierto del escudo de la Universidad Nacional del Sur nos invita, simplemente, a ejercer con responsabilidad el compromiso ético de nuestras decisiones humanas. La verdad, no es cosa fácil; lo sabemos.
Bibliografía
Fuentes y traducciones
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1 El diseño del escudo lo realizó el arquitecto José María Pascualetti, cfr. Consejo Superior Universitario (1962), Expediente R-206/62, Universidad Nacional del Sur, Bahía Blanca, ff. 17-19; véase, a su vez, el dictamen de la Comisión de Enseñanza (f. 22), y la Res. CSU-292/65, que establece su aprobación (f. 23). En el diseño original, que consta en el expediente, sobre el libro abierto se encuentra escrito en lápiz el lema sci et vive (“conocé y viví”), pero ninguna otra documentación oficial alude a ese curioso sintagma. No parece haber registros clásicos de la segunda persona singular del verbo scio en modo imperativo (cfr. Boullions y Morris, 1869: §323), pero sí de usos tardíos de la forma sci como abreviatura de scilicet (scire licet, cfr. Ernout y Meillet, 2001: 602); bajo una forma menos macarrónica, el pretendido sintagma podría haber sido: disce et vive.
2 El acta puede consultarse en el Exp. R-206/62, f. 26. Ofrezco una transcripción literal, sin reposición de mayúsculas ni puntuación.
3 Cfr. Consejo Superior Universitario (1962), Expediente R-206/62, Universidad Nacional del Sur, Bahía Blanca, foja 27.
4 Nota titulada “El escudo de la Universidad”, publicada en La Nueva Provincia el domingo 31 de marzo de 1991: “Julio del mismo año supo del despacho de otra comisión —integrada por los profesores Héctor C. Ciocchini, Antonio Camarero, Francisco Maffei, Elva Pino de Arata y Nicolás Matijevic— encargada de la consideración del lema para el escudo. Aconsejó la adopción de uno de los siguientes: Hac Monstrante Viam (Ella mostrará el camino); Lux Indeficiens (Luz Perenne); Hac Stella Duce (Con esta estrella guía); Lux Vitam (Su luz de [sic] vida) y Ardua Veritatem (Esfuerzo produce verdad)”. Conservo el uso de las mayúsculas en esta transcripción, aunque no se condice con la distribución de mayúsculas en el acta de la comisión.
5 La redacción de este trabajo no hubiera sido posible sin la generosa asistencia de Rosana Fortunato, secretaria administrativa del Consejo Superior de la Universidad Nacional del Sur, quien me facilitó el acceso a toda la documentación oficial pertinente.
6 Cfr. también Manilio, Astrología I 58-65: “Después de conocer los diversos aspectos del cielo por haber vuelto los astros a sus posiciones iniciales, y después de reconocer el poder de cada figura para una determinada clase de destino, a través de varias pruebas, al mostrar los ejemplos el camino (exemplo monstrante viam), la experiencia constituyó el arte [de la astrología] y, tras una prolongada investigación, descubrió que los astros dominan con leyes secretas, que todo el universo es movido por una mente eterna y que por indicios seguros se pueden distinguir las vicisitudes del destino” (trad. de Calero y Echarte, 2002: 4).
7 Cfr. Thesaurus Linguae Latinae VII 1, 1131, 45-48.
8 Biblia de Jerusalén, Daniel 7: 13-14: “Yo seguía contemplando en las visiones de la noche: Y he aquí en las nubes del cielo que venía como un Hijo de hombre. Se dirigió hacia el Anciano y fue llevado a su presencia. A él se dio imperio, honor y reino, y todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieron. Su imperio es un imperio eterno, que nunca pasará, y su reino no será destruido jamás”.
9 Tertuliano, Contra los judíos XIV 5 = Contra Marción III 7; mi traducción. Respecto a uno de los posibles sentidos de decus en este pasaje, cfr. Ovidio, Metamorfosis II 381-385: “Entretanto el padre de Faetón, descuidado y desprovisto él mismo de su esplendor (decoris), cual suele estar cuando se eclipsa para el universo (cum deficit orbem), odia la luz y a sí mismo y al día y entrega su ánimo al llanto y al llanto añade la cólera y niega al mundo sus servicios” (trad. de Álvarez e Iglesias, 2003: 253). Respecto al otro sentido posible, cfr. Cicerón, Sobre la república VI 25: “debe la misma virtud (virtus), con sus atractivos, conducirte a la verdadera gloria (verum decus)” (trad. de D’Ors, 1984: 168).
10 Mi traducción; cfr. Biblia Vulgata, Ecclesiasticus 24: 6: ego in caelis fecit ut oriretur lumen indeficiens, et sicut nebula texi omnem terram. En el texto de la Septuaginta, donde este libro se presenta como traducción del hebreo, no hay expresión griega equivalente para lux indeficiens, cfr. Biblia de Jerusalén, Eclesiástico 24: 3: “Yo salí de la boca del Altísimo (ἐγὼ ἀπὸ στόματος ὑψίστου ἐξῆλθον) y cubrí como niebla la tierra (ὡς ὁμίχλη κατεκάλυψα γῆν)”.
11 Cfr. Virgilio, Eneida VI 136-144: “En un árbol frondoso se oculta un ramo (ramus) cuyas hojas y flexible tallo son de oro (aureus) que dicen está consagrado a la Juno infernal; todo un bosque lo protege y lo encierran las sombras de un oscuro valle. Pero no se permite a nadie descender a las profundidades de la tierra sin haber arrancado del árbol la rama de dorada cabellera. La hermosa Prosérpina ha decidido que se le lleve como presente propio. Arrancado este, no falta un segundo ramo de oro (non deficit alter / aureus) y una rama del mismo metal retoña (et simili frondescit virga metallo)” (trad. de Estefanía, ٢٠٢٣: ٢٣٢-٢٣٣).
12 Cfr. Lucrecio, De la naturaleza I 117-118: “como cantó nuestro Ennio, el primero que del ameno Helicón trajo una corona de perenne follaje” (trad. de Valentí, 1997: 13).
13 Cfr. Virgilio, Geórgicas IV 51-52: “cuando el áureo sol ha ahuyentado al invierno y lo ha metido bajo tierra, y ha abierto el cielo con la luz del verano” (trad. de Segura Ramos, 2018: 148).
14 Catulo, Poemas V 4-6: soles occidere et redire possunt, / nobis cum semel occidit brevis lux / nox est perpetua una dormienda; mi traducción.
15 Cicerón, traducción latina de los Fenómenos de Arato (frag. 7.1-3 = Arato, Fenómenos I 39-41), citada en Sobre la naturaleza de los dioses II 106 (trad. de Escobar, 1999: 242). Cfr., a su vez, Manilio, Astrología I 294-298: “La cúspide del eje la ocupan constelaciones conocidísimas (notissima / signa) para los desgraciados navegantes, a quienes guían (ducentia) cuando se afanan con avidez por el inmenso mar. Hélice, la mayor, describe un círculo más grande (siete estrellas que rivalizan en esplendor señalan su figura), y con su guía (qua duce) las naves griegas despliegan su velas a través de las olas” (trad. de Calero y Echarte, 2002: 15).
16 Cfr. Proba, Centón virgiliano 350-353: “De pronto en una región despejada del cielo se precipitó una estrella que difundía su luz con un gran resplandor (stella facem ducens multa cum luce cucurrit = Eneida, II 694). Los profetas reconocieron a Dios y, al instante, lo colman de todos los presentes y adoran su estrella sagrada (sanctum sidus = Eneida II 700)” (trad. de La Fico Guzzo, 2012: 95).
17 Paulino de Nola, Poemas XXVII 46-47; mi traducción.
18 Biblia de Jerusalén, Proverbios 16: 15; cfr. Septuaginta, Proverbia 16: 15: “En la luz (ἐν φωτὶ) del rostro del rey (υἱὸς βασιλέως) está la vida (ζωῆς), su favor es como una tardía nube de lluvia”; mi traducción.
19 Biblia Vulgata, Proverbia 16: 15: in hilaritate vultus regis vita, et clementia eius quasi imber serotinus.
20 Biblia de Jerusalén, Proverbios 16: 14; cfr. también Biblia Vulgata, Proverbia 16: 14: indignatio regis nuntii mortis, et vir sapiens placabit eam.
21 Biblia de Jerusalén, Job 29: 23-34; cfr. también Biblia Vulgata, Job 29: 23-24: Expectabant me sicut pluviam, et os suum aperiebant quasi ad imbrem serotinum. Siquando ridebam ad eos, non credebant: et lux vultus mei non cadebat in terram.
22 Biblia de Jerusalén, Cantar de los cantares 2: 13-14; cfr. también Biblia Vulgata, Canticum canticorum 2: 13-14: Surge, amica mea, speciosa mea, et veni: columba mea, in foraminibus petrae, in caverna maceriae, ostende mihi faciem tuam, sonet vox tua in auribus meis: vox enim tua dulcis, et facies tua decora.
23 “808. hac monstrante viam. Con esta, que muestra el camino. El emblema ilustrado por esta frase, que muestra a la estrella de Venus, o de Diana (también llamada Lucífero o Fósforo, que por la mañana precede al sol durante el amanecer), con el sol naciente surgiendo sobre la campiña montañosa y boscosa, pertenece a Ferrante Francesco, marqués de Pescara (D’Avalos). Con ella, el autor quiere mostrar que sus pensamientos y deseos se enfocan en Oriente, hacia donde Diana mostraba el camino, para combatir a los infieles, como ya había hecho su padre, general de la infantería en la expedición de Túnez, para honor y gloria de Dios y del Rey Católico, su señor, representado en el emblema por el sol. Más tarde la familia Borselli utilizó como divisa el lema: // 809. hac stella duce. Con la guía de esta estrella; como alusión a la estrella que acompaña la parte superior de la bolsa de oro de su escudo de armas”; mi traducción.
24 “1022. lux vitam. La luz [da] la vida. Para referirnos a un amor desgarrador, hablamos de lanzarle a la persona amada miradas que queman. Quien lo oye, se ríe; y se ríe porque no todos recuerdan la idea generalizada de que el avestruz no empolla sus huevos con el calor corporal, sino que les infunde la virtud generativa mirándolos durante largo rato. Quizás por eso el avestruz es la única de todas las aves que tiene párpados dobles. Basándose en esa particular virtud del avestruz, Bartolomeo Alessio, un importante teólogo del siglo xvi, colocó en su emblema esa ave en el acto de empollar con los ojos, mirando fijamente los huevos, para dar a entender que la amorosa mirada de su esposa le daba alimento y vida a él. Acompañó su emblema con el lema de referencia (la luz [la mirada] da vida), aunque su lema original había sido este: // 1023. sic mea me lux. Así mi luz me [revive]”; mi traducción.
25 Agradezco al Dr. Juan Francisco Jiménez la referencia al siguiente texto de Alcides D’Orbigny, que estuvo en Carmen de Patagones entre 1828 y 1829, sobre las creencias de los tehuelches meridionales o gününa-këna: “Así, la vía láctea no es, para ellos, el camino recorrido por la cabra Amaltea, sino el del viejo indio cazando el avestruz. Los tres reyes son las boleadoras (tapolec) que arroja a este pájaro (iluhi) cuyas patas son la Cruz del Sur” (D’Orbigny, 1945, II: 703); cfr. también Llaras Samitier (1950: 182, notas 28 y 30), Bormida y Siffredi (1969-1970) y Newbery y Waag (1979-1982).
26 En la imagen se ven las letras griegas correspondientes a cada estrella; he destacado allí, además, la estrella Epsilon Crucis, que en el diseño original del escudo de la UNS aparecía, curiosamente, en el cuadrante nororiental formado por Gamma Crucis y Delta Crucis. El error fue detectado en el año 2016 por el Ingeniero Néstor Ortega, docente de la casa y aficionado a la astronomía; cincuenta y dos años después de la creación del escudo, el Consejo Superior resolvió entonces reubicar a Epsilon Crucis en el cuadrante sudoridental, formado por Delta Crucis y Alfa Crucis (cfr. Res. CSU-736/16). En el marco de una nota titulada “La UNS cambia, debido a la Cruz del Sur”, publicada en el diario La Nueva Provincia el lunes 16 de enero de 2017, Ortega explicaba: “El error puede haberse originado porque es habitual que se represente a la Cruz del Sur con la diagonal mayor ascendiendo, en dirección contraria a como está representada en el escudo”.
27 “1020. lux indeficiens. Luz perenne. Fue colocada en el emblema de la Academia de los “Illustrati” de Casale Monferrato (siglo xvi), con el sol naciente en el horizonte y la luna ocultándose del lado opuesto, para indicar que la actividad del ingenio de los académicos se manifestaba de diferentes formas, tanto de día como de noche, porque su amor por el estudio era infatigable”; mi traducción.
28 “1020. ardua virtutem. Las cosas difíciles [dan] virtud. El hombre, por naturaleza, es más propenso al mal que al bien. Muchos piensan lo contrario, y Eustaquio Simoni (siglo xvii) basó su emblema académico en ese diferente criterio. No obstante, considerando que al bien sólo puede llegarse por el doloroso camino de la virtud, colocó en el emblema un monte con dos picos (el Olimpo), sobre el que crecen la palma y el laurel, plantas que simbolizan el premio a la virtud intelectual y moral. La vía que lleva a la cima es áspera, trabajosa y dura, como la que lleva a la gloria e inmortalidad del alma. Pero antes de Simoni, también había usado ese lema el papa Inocencio viii (m. 1492), de los Cybo de Massa, enemigo de las brujas y partícipe de la conjura de los barones de Nápoles. Su contemporáneo, Pietro Falgliero, usó también la misma imagen en su emblema, con un monte y dos ramas, una de palma, otra de laurel, inspirándose en Silio Italico: // 249. ardua virtutem profert via, ascendite primi, etc.; ya que [esto que sigue es una cita del Cancionero de Petrarca, IX, 85-86]: ‘Rara vez sucede que alta empresa / con adversa fortuna no contraste’”; mi traducción.
29 Silio Itálico, Guerras Púnicas II 575-579; mi traducción.
30 Lucrecio, De la naturaleza I 657-659; mi traducción. Según explican Ernout y Robin (1962: 139), las oscuras musas mencionadas en el pasaje podrían ser Empédocles y Heráclito.
31 Cfr. De Ruyt (1931: 137): “Le modèle du genre est, à coup sur, le célèbre apologue de Prodicos sur le choix d’Héraklès entre le Vice et la Vertu”; Mommsen (1953: 178): “Erwin Panofsky has shown how the ancient tale of the choice of Hercules became during the Renaissance a favorite theme of humanist writers and playwrights, and of artists, especially in Italy and Germany”; Lloyd (1962) y Couzin (2021).
32 En el acta hay una coma después de la palabra “consideración”.
33 En el acta dice “En”.
34 En el acta dice “(nota)”.
35 En el acta falta la coma.
36 En el acta falta la letra “Y”.
37 “261. aspirantibus austris. Con el soplo de los vientos del sur. Es la frase de un emblema en el que se representa la nave Argo, dirigida por Jason, con las velas impulsadas por el viento para conquistar el vellocino de oro, que en la imagen se observa pendiendo de la rama de un árbol, elevándose a lo lejos en la costa. Sin embargo, el sentido que el conde veneciano Leonardo Valmanara (distinguido mecenas de artistas y escritores de fines del siglo xviii) le quiso dar a este emblema, utilizado también por otros antes que él, era distinto al del mito. Quería aludir a los antiguos servicios que le había prestado al rey católico, de quien tras la muerte de su hermano obtuvo la confirmación de sus privilegios; y también quería aludir a la Academia Olímpica de Vicenza, de la que formaba parte y en la que deseaba continuar realizando, junto a sus compañeros, las acciones virtuosas simbolizadas por el vellocino de oro. Eligió la nave Argo, para equipararla con la vida humana en el gran mar de este mundo, que está lleno de adversidades, procelosos escollos y... Sirenas, capaces de lograr que hasta los Jasones italianos se pierdan. El lema mostraba que los fieles servidores del rey católico habían sido recompensados con el favor del monarca, a cuya casa de los Austrias alude (mediante el juego de palabras) el impulso del viento austral, puesto que navegar por la Cólquide requiere el auxilio del viento sur, es decir, del austro”; mi traducción.